Cuando a una persona joven como yo le sobreviene un accidente en el que sufre una amputación, tras el trauma, llega un mar de dudas e incertidumbre: “¿Que seré capaz de hacer?”, “¿Podré trabajar como hasta ahora?”. Esta situación unida a la desinformación sobre el mundo de las prótesis, te hace caer en un pozo del que no es fácil salir. Pero con ayuda de mi familia, que siempre estuvo a mi lado, y del personal sanitario y los técnicos de la Ortopedia, me mostraron un nuevo camino de esperanza.
La primera vez que te ponen una prótesis, vuelves a pensar que ya nada será como antes. La sensación al dar los primeros pasos es rara… Solo con un poco de empeño y espíritu de sacrificio y superación, empiezas a caminar con cierta soltura y la confianza te da pie a ir probando cosas nuevas. Con el tiempo, haces la prótesis tuya y aunque no es un camino de rosas, retomas tu vida con naturalidad. Hoy en día estoy casado, con una hija de dos años y sigo con mi trabajo de siempre.
Mi trabajo es muy duro. Tengo una granja de vacas de leche y mi prótesis me permite hacer los mismos esfuerzos que hacía antes, conduzco el tractor, cargo sacos de comida pesados y ando por terrenos irregulares con total naturalidad. Hoy en día, la protésica está muy avanzada y hay soluciones para cada situación. Luego hay que poner empeño y un poco de sacrificio para lograr UNA VIDA SIN LIMITACIONES